La infección de orina es una de las consultas más recurrentes en atención primaria. De hecho, según un informe del Centro de Información de la Cistitis, una de cada cuatro mujeres sufre algún episodio al año y, de ellas, un 25% padece una infección secundaria en los seis meses posteriores. Además, entre en 44% y el 77% la experimenta de nuevo en el plazo de un año.
Pero ¿por qué se genera una infección de orina? Las infecciones de las vías urinarias están causadas por microorganismos como bacterias, virus u hongos y pueden afectar a cualquier parte del aparato urinario: vejiga, uretra, uréteres o riñones:
- En la vejiga, también denominada cistitis o infección vesical.
- En la uretra, una infección del conducto que lleva la orina desde la vejiga hacia el exterior (uretritis).
- En los riñones, en uno o en los dos, conocido como pielonefritis o infección renal.
- En los uréteres, los conductos que llevan la orina desde cada riñón hasta la vejiga.
Las infecciones de orina más comunes son de origen bacteriano y afectan a las vías urinarias inferiores, esto es, a la vejiga y a la uretra. Son muy comunes entre las mujeres y es necesario tratarlas bien para evitar que lleguen a ser crónicas. Algunos de los síntomas que producen son escozor, quemazón y dolor al orinar; así como una necesidad más frecuente de ir al baño.
¿Qué provoca una infección de orina?
La mayor parte de las infecciones de orina se origina por bacterias que se introducen por la uretra y, aunque en muchas ocasiones el cuerpo puede librarse de ellas, en otras pasan a la vejiga o incluso a los riñones.
¿Por qué hablamos en femenino? Pues porque las mujeres son más propensas a estos problemas simplemente por su anatomía: su uretra es más corta y está más cerca de los gérmenes de la zona perineal que la de los hombres, lo que facilita la entrada de patógenos a la vejiga.
Diversos estudios afirman que el 80% de los casos de cistitis se deben al sexo. Una de las razones es que, durante las relaciones sexuales, las bacterias tienen mayor facilidad para moverse hacia el interior de la uretra. También la sufren mucho mujeres que usan el DIU y posmenopáusicas
Pero las infecciones de orina, aunque en menor medida, también afectan a los hombres y se observa una mayor incidencia a partir de los 50 años, cuando comienzan a aparecer los problemas de próstata.
Además de lo anterior, existen otros factores de riesgo que propician estas patologías como, por ejemplo, el embarazo, la toma de anticonceptivos, la diabetes, o cálculos renales, entre otros. En ocasiones, una infección puntual por enfriamiento, una bajada de defensas por otro problema de salud, una mala higiene, vestir ropa ajustada, el uso de tampones o el uso medicamentos como antibióticos también pueden producir este tipo de infecciones. Y otro elemento clave que no hay que perder de vista: el estrés.
¿Qué síntomas aparecen con una infección?
Los síntomas que nos avisan de una infección de orina son diversos, aunque los más característicos, son los siguientes:
- Dolor o escozor al orinar. Es el síntoma más común y el que normalmente avisa de la aparición de infección urinaria. Se produce por la inflamación e irritación de la uretra.
- Aumento del número de veces que necesitamos orinar, aunque normalmente la cantidad que se expulsa es inferior a la normal.
- Orina turbia con mal olor y, en ocasiones, con sangre debido a la presencia de microorganismos o bacterias en la vejiga.
- Presión en la parte inferior de la pelvis por la inflamación de la vejiga.
- Dolor al practicar relaciones sexuales.
- Fiebre baja.
Si la infección afecta a los riñones, se podrían sentir síntomas más graves, entre otros:
- Escalofríos y sudores
- Náuseas y vómitos
- Fiebre alta
- Dolor en la parte baja de la espalda
¿Qué hacer ante una infección de orina?
Los expertos señalan que, ante cualquier síntoma de infección de orina, lo recomendable es acudir al médico, ya que este tipo de casos normalmente son leves, pero podrían derivar en una complicación mayor si no se trata debidamente. Además, en la mayor parte de los casos, con un análisis de orina es suficiente para identificar el germen que causa la infección y prescribir el antibiótico adecuado.
En el caso de las embarazadas, la infección de orina es una de las patologías más comunes y, aunque no hay relación directa entre el embarazo y estos problemas, sí que se sabe que los cambios que experimenta el cuerpo de la mujer pueden aumentar el riesgo de sufrir infecciones urinarias.
A esto se suma que este tipo de la infección urinaria durante el embarazo puede ser asintomáticas y suponer un riesgo tanto para la madre como para el bebé si no se diagnostica a tiempo. Por eso, los profesionales de Eugin señalan la importancia que tienen los análisis de orina (urocultivos) habituales en el seguimiento de la gestación.
Los urocultivos son una de las pruebas más frecuentes en los controles rutinarios prenatales, es decir, están pautadas de antemano junto con otras básicas de control del embarazo. Con ellos se determina si hay presencia de bacterias u otros microbios en la muestra de orina de la futura madre y, en el caso de detectarlos, se pauta un tratamiento adecuado para solventar el problema.
Sin embargo, como hemos indicado antes, las infecciones urinarias tratadas a tiempo no suelen entrañar problemas de salud para la madre ni afectar al bebé.
Consejos para no padecer una infección de orina
Los expertos recomiendan una serie de pautas para evitar sufrir este tipo de patologías, entre ellas:
- Pasar el papel higiénico siempre de adelante hacia atrás después de ir al baño. De esta manera, evitamos que los gérmenes de las heces se desplacen hacia la vagina
- Beber mucha agua. Los líquidos hacen que la orina esté más diluida y ayudan a arrastrar las bacterias adheridas al tracto urinario.
- No aguantar las ganas de orinar, ya que la orina acumulada en la vejiga puede facilitar la proliferación de bacterias.
- Vaciar completamente la vejiga al orinar.
- Orinar inmediatamente después de tener sexo, ya que ayuda a expulsar las bacterias que pueden haber pasado a la vagina durante el sexo.
- Lavar la zona íntima, aunque no de forma excesiva para no dañar la flora vaginal.
- Ducharse en lugar de bañarse, ya que el agua de la bañera puede originar acumulaciones de bacterias.
- Utilizar ropa interior de algodón para favorecer la traspiración y evitar la humedad.
- Usar prendas ligeras y poco ajustadas para mantener una buena temperatura y la humedad de la zona.
- Reconsiderar el uso del diafragma, los tampones y los protectores diarios.
- Consumir arándanos rojos. Según un estudio publicado en la revista Critical Review in Food Science and Nutrition, el arándano rojo americano ayuda a que la bacteria Escherichia coli (E.coli) no se mantenga en las paredes de las vías urinarias y, por tanto, previene las infecciones.
Además de los arándonos rojos, hay otros alimentos que pueden ayudar a evitar una infección de orina. Entre ellos, se encuentran los espárragos (aportan fibra y tienen una potente acción diurética); el zumo de limón (con un gran poder antiséptico y antibacteriano); el ajo y el perejil (antibióticos naturales); el agua de cebada (para expulsar líquidos del cuerpo); o el brócoli (evita la formación de un terreno ácido para que se instale la bacteria E. Coli). Es importante también evitar azúcares y alimentos procesados y aumentar el consumo de alimentos fermentados, cereales integrales, legumbres, verduras y hortalizas.
La infección de orina es uno de los problemas médicos más recurrentes en atención primaria. La sufren principalmente las mujeres (una de cada cuatro tiene algún episodio al año), pero también puede afectar a los hombres, especialmente a partir de los 50 años.
Esta patología la desencadenan microorganismos como bacterias, virus u hongos, aunque la más frecuente es la de origen bacteriano provocada por la bacteria E.coli. Puede afectar a la vejiga (la más común, también denominada cistitis), a la uretra, a los uréteres o a los riñones.
Algunos síntomas característicos de la infección urinaria son dolor o escozor al orinar; necesidad más frecuente de ir al baño; orina turbia con mal olor y sangre; presión en la parte baja de la pelvis; y fiebre.
Ante una infección de orina, los expertos indican que es necesario acudir al médico cuanto antes, ya que esta dolencia es por lo general leve y se suele tratar con antibiótico tras unas pruebas de orina para identificar el germen de la infección.
En las embarazadas, son esenciales los urocultivos (una prueba en la que se analiza si hay presencia de gérmenes en la orina) pautada en los controles rutinarios, debido a que durante esta etapa las infecciones de orina pueden cursar sin síntomas.
Con unos simples consejos como, entre otros, beber mucha agua, no aguantar las ganas de orinar, pasar el papel higiénico de adelante hacia atrás, ducha en lugar de baño, empleo de ropa interior de algodón y prendas ligeras, así como algunas pautas sobre alimentación se pueden evitar episodios de infección de orina.